¿Quién es ese Astrónom@?: Claudio Melo

aaeaaqaaaaaaaadeaaaajdu0nmvlmjq4lwy0mdgtndljyi05mtu0ltazmthlzwqxztnhmgEn este primer artículo de la sección “¿Quién es ese Astrónom@?” tenemos el placer de entrevistar a Claudio Melo, actualmente director de la oficina de ciencia del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile. En esta entrevista, Claudio nos cuenta la parte más personal de la vida de un científico y reflexiona sobre el estado actual de la ciencia en su campo de estudio: la búsqueda y caracterización de planetas extrasolares.

Cuéntanos brevemente sobre ti y tu relación con la Astronomía

Soy de Brasil. Nací en Natal (al noreste de Brasil), obtuve la Licenciatura en Física por la UFRN (Universidad Federal del Rio Grande del Norte, ¡qué nombre más largo!). Ahí mismo hice el Máster ya en Astronomía y después me fui al Observatorio de Ginebra para hacer mi doctorado, obteniéndolo finalmente en 2001. Hoy trabajo entre el campo de las estrella jóvenes y el de los planetas. Después de unos casi 10 años como astrónomo de soporte en Paranal, ocupo la dirección de la oficina de ciencia de ESO/Chile desde 2013.

¿Qué te motivó a estudiar ciencias en general? ¿Y por qué Astrofísica?

En mi época de niño en Natal (sí ya tengo 43 años) se sabía y se hablaba muy poco de ciencias. Mi contacto con la Astronomía se resumía básicamente al Cosmos de Carl Sagan y a algún que otro artículo en prensa. La verdad, mirando hacia atrás, me gustaban tres cosas. La primera la computación, mi papá nunca quiso regalarme un videojuego (después en el doctorado compré yo mismo ¡una play station!). Así que me compró un Sinclair (busquen en Google) y ahí aprendí a programar en BASIC a los 10-11 años. Me gustó el proceso de tener que hacer un programa para resolver un problema específico y la lógica de la toma de decisiones. Igual que la computación, encontraba bellas las matemáticas, las simetrías y las ecuaciones. Lo tomaba como un juego. Y quizá por ello me iba tan bien. A los 15-16 tuve una hepatitis y me quedé varios meses en casa, acostado. Después de varios días en los que solo miraba la tele, decidí leer y estudiar mi libro de Física en el colegio. Un capítulo, dos, tres… y al final de mi enfermedad había estudiado todo el libro y completado todos los ejercicios. Ahí descubrí lo que quería ser ¡Físico!. Aunque no tenía la más mínima idea de lo que hacía un físico como profesión. Una vez más, era el aspecto lúdico de la cosa lo que llamaba la atención.


“Me gustó el proceso de tener que hacer un programa para resolver un problema específico y la lógica de la toma de decisiones. […] encontraba bellas las matemáticas, las simetrías y las ecuaciones. Lo tomaba como un juego.”


Después de varios intentos fallidos de hacerme cambiar de opinión (padre, madre e inclusos maestros), mi papá me puso en contacto con profesores del departamento de Física. Y ahí tome la decisión de estudiar esta materia, aún sin saber lo que quería hacer en el futuro. Hasta ahí, nunca había tenido contacto con la Astronomía (ni siquiera como astrónomo aficionado).

En mi universidad (La UFRN) básicamente se hacia física teórica, un poco de física de materiales y geofísica. Al principio, tenía ganas de hacer física de partículas, pero no existía esta especialidad. Entonces, el único astrónomo del departamento me llamó para trabajar con él (el profersor José De Medeiros ¡con quien colaboro hasta el día de hoy!). Como tenía buenas notas, pude ingresar a un programa de becas (iniciación a la investigación), y tener un despacho para estudiar y entrar en contacto con la investigación. Sólo entonces comencé a aprender algo de Astronomía.

Pero aún seguía con ganas de hacer física de partículas. Una vez vino a Natal de vacaciones un profesor del departamento de física de la Universidad de Ginebra (con lazos con el CERN) y cuando tuve la oportunidad de ir a Suiza lo fui a ver y hablamos de la posibilidad de realizar la tesis con él. Esto fue antes de empezar el Máster. Para motivarme, me dio la copia de la tesis de su último estudiante. ¡Dios mío! ¡No entendía nada! Después de un par de intentos, abandoné la visión romántica de la física de partículas y me quedé con la astronomía.


“Podemos empujar la vida en una dirección, y creo que debemos hacerlo, pero después la vida sigue un flujo misterioso y no nos queda otra que dejar que se nos lleve.”


Hice el Máster y tenía muchas ganas de irme de Brasil para hacer la tesis en otro lugar. No por la astronomía sino para ver mundo. De hecho hoy día tengo claro que la vida internacional que te impone la ciencia (que claro tiene su lado nefasto) fue una clave para seguir en esta carrera. No había dinero en Brasil para hacer el doctorado en el extranjero. Así que aproveche que estaba en una escuela de verano en Sao Paulo y me tomé una tarde libre y salí por la Av. Paulista donde hay una concertación enorme de consulados. Fui de consulado en consulado, “Hola, buenas tardes, hay programas de becas para doctorado?” “No”, “Gracias!”, Italia, Canada, y nada… hasta que llegué al consulado suizo, “Hola, buenas tardes, hay programas de becas para doctorado?” “¡Sí claro, aquí esta el formulario!”

¡No podía creerlo! Regresé a Natal y hablé con mi supervisor que por casualidades del desitono había hecho su tesis en Suiza con nada más y nada menos que Michel Mayor (¡el mismo de 51 Peg! ¡El descubridor del primer exoplaneta!). Así que le mandé un email (mandar un email era un cuento a parte en esos tiempos, pero eso queda para otra ocasión) y Michel me aceptó como su estudiante.

Así que me quedé en Astronomía por un montón de cosas que no tenían nada que ver con la Astronomía en sí, esa es la belleza de la vida. Podemos empujar la vida en una dirección, y creo que debemos hacerlo, pero después la vida sigue un flujo misterioso y no nos queda otra que dejar que se nos lleve.

El Observatorio de Ginebra tiene un pequeño telescopio en Francia donde observé por primera vez (con el abuelo del instrumento HARPS, CORAVEL). En 1998, el telescopio Euler en La Silla entró en operación. De ahí saqué los datos de mi tesis. Nunca me voy a olvidar lo que fue trabajar en La Silla y mi primer contacto con la ESO. Quería trabajar ahí como astrónomo. Y tuve suerte que así fue. Soy grato a la vida por lo que me ha pasado. Pero, sobre todo, el proceso ha sido bastante entretenido.

Observatorio de La Silla en la que Claudio Melo realizó parte de las observaciones para su doctorado. Fotografía obtenida por José Francisco Salgado, un embajador fotográfico de la ESO.
Observatorio de La Silla en la que Claudio Melo realizó parte de las observaciones para su doctorado. Fotografía obtenida por José Francisco Salgado, un embajador fotográfico de la ESO.

Quizá el mensaje importante sea que lo que me hace feliz a un nivel más básico no es la Astronomía sino lo que compone la Astronomía; o sea, la actividad globalizada, en equipo, con mucha matemáticas y programación. En este sentido, por ejemplo, puedo imaginarme muy bien como oceanógrafo o incluso geofísico. Pero no como físico teórico. Necesito gente y lugares que te saquen de lo ordinario.

¿Cuál dirías que ha sido tu mayor contribución a la ciencia?
Una imagen obtenida por Claudio Melo utilizando el instrumento FORS en el VLT del Observatorio de Paranal.
Una imagen obtenida por Claudio Melo utilizando el instrumento FORS en el VLT del Observatorio de Paranal.

Nunca hice grande contribuciones a la ciencia. Yo diría que mi mayor contribución fue el hallazgo de que la vecindad solar está llena de asociaciones de estrellas jóvenes (post-T Tauri) y la contribución que pude dar al seguimiento de tránsitos planetarios de OGLE con FLAMES en el Observatorio de Paranal. Por aquel entonces era muy difícil hacer ese tipo de observaciones y yo pude por un lado contribuir con el software y por otro proponer cambios en la operación del instrumento FLAMES para viabilizar este tipo de investigación.

¿Cómo ves el futuro de la Astronomía y cómo explicarías la necesidad de invertir en esta ciencia?

Creo que las ciencias y las artes son las máximas expresiones del genio humano. No puedo imaginar nuestro futuro sin ellas. Aún más porque tenemos retos importantes como especie con la crisis del agua,  el cambio climático, la producción de alimentos, etc. Todo eso requiere cerebros y ciencia. La Astronomía sigue como algo que nos hace soñar y que nos conecta con el Universo, como siempre ha sido. Seguirá como la puerta de entrada de muchos jóvenes a los STEM jobs (trabajos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Invertir en astronomía es invertir en la humanidad.

Desde el punto de vista de la astronomía profesional, la búsqueda de vida en planetas extrasolares y en nuestro Sistema Solar ocupará un lugar central en el futuro. Al igual que desentrañar el proceso de  formación del Universo.

¿Cuál es el gran objetivo de los próximos 10-20 años en tu campo?

Caracterizar planetas rocosos en la zona habitable de estrellas con la masa del Sol e incluso de aquellas como Proxima Cen, con un 10% de la masa d nuestro astro rey. Primero tenemos que encontrar estos planetas. Desde un punto de vista estadístico sabemos que cerca del 50% de las estrellas en este rango de masa tiene un planeta como el nuestro. Pero hay que encontrarlos y después caracterizarlos. Eso implica poder obtener imágenes y el espectro (luz descompuesta) de estos planetas. Pero esto es sumamente difícil de un punto de vista tecnológico. Difícil, pero no imposible, ¡y esa es la gracia!

 

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